La hipertensión arterial es una enfermedad cardiovascular grave que puede tener un efecto negativo en la salud y el bienestar de una persona. Es importante saber qué es, qué causa, cómo diagnosticarla y cómo tratarla. Esta guía le brinda información sobre los principales conceptos, factores de riesgo, síntomas, tratamiento y cambios de estilo de vida que le ayudarán a lidiar con la hipertensión arterial.
La hipertensión arterial (HTA) es un trastorno crónico caracterizado por la presión arterial sistólica y diastólica elevadas. La presión arterial sistólica (la presión en el interior de las arterias durante la contracción del corazón) es mayor o igual a 140 mmHg, mientras que la presión arterial diastólica (la presión en el interior de las arterias durante la relajación del corazón) es mayor o igual a 90 mmHg. La hipertensión arterial se considera un trastorno crónico si los valores de presión arterial durante los últimos seis meses son mayores que los valores esperados para una persona de su edad y peso.
Las causas exactas de la hipertensión arterial aún no se conocen completamente. Se cree que una combinación de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida contribuyen a la hipertensión arterial. Algunos de los principales factores de riesgo para la hipertensión arterial incluyen un consumo excesivo de sal, tabaquismo, obesidad, estrés, envejecimiento, consumo excesivo de alcohol, diabetes, bajos niveles de actividad física o una dieta rica en grasas saturadas.
Los principales factores de riesgo para la hipertensión arterial incluyen edad, sexo, obesidad, dieta, estilo de vida sedentario, consumo excesivo de alcohol o tabaco y antecedentes familiares de hipertensión arterial. Otros factores de riesgo incluyen enfermedades renales, trastornos endocrinos, enfermedades cardíacas, trastornos de la tiroides y niveles elevados de colesterol.
La hipertensión arterial a menudo se conoce como “el asesino silencioso” porque es una enfermedad que puede no mostrar síntomas obvios. Sin embargo, algunos de los síntomas comunes de la hipertensión arterial incluyen dolor de cabeza, mareos, náuseas, fatiga, visión borrosa, dolor en el pecho, dificultad para respirar, dificultad para conciliar el sueño y palpitaciones.
Para diagnosticar la hipertensión arterial se necesita realizar un examen físico y análisis de sangre. El examen físico generalmente se realiza para medir el peso, la altura, el índice de masa corporal (IMC), el tamaño de la cintura, la presión arterial y los latidos cardíacos. El análisis de sangre incluye análisis de lípidos, azúcar, creatinina, colesterol, sodio, electrolitos y otros factores de riesgo para la hipertensión.
El tratamiento para la hipertensión arterial generalmente se basa en cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable, un aumento en la actividad física y la reducción del consumo de alcohol y tabaco. El médico también puede recetar medicamentos para ayudar a controlar la presión arterial. Estos medicamentos incluyen inhibidores de la ECA, bloqueadores del canal del calcio, antagonistas de los receptores de angiotensina II y diuréticos.
La prevención es la mejor forma de lidiar con la hipertensión arterial. Es importante adoptar un estilo de vida saludable, como una dieta baja en sal y grasas saturadas, mantener un peso corporal saludable, realizar actividad física regularmente, no fumar y limitar el consumo de alcohol. Estos cambios ayudarán a prevenir la aparición de hipertensión arterial, así como a controlar los niveles existentes.
Los cambios en el estilo de vida juegan un papel importante en el tratamiento y prevención de la hipertensión arterial. Estos cambios incluyen una dieta sana y equilibrada, ejercicio regular, control de peso, limitación del consumo de alcohol, reducción del estrés, reducción del consumo de sal y una buena cantidad de descanso.
Además de los cambios en el estilo de vida, el médico puede recetar medicamentos para ayudar a controlar la presión arterial. Los medicamentos recetados para el tratamiento de la hipertensión arterial incluyen diuréticos, inhibidores de la ECA, bloqueadores del canal del calcio y antagonistas de los receptores de angiotensina II. Estos medicamentos ayudan a controlar la presión arterial para prevenir complicaciones graves.